Lo primero que hacemos los veterinarios es asegurarnos que los órganos funcionan correctamente y que el riesgo anestésico es mínimo. A menudo nos encontramos con que las analíticas y electros de animales geriátricos están perfectas y por lo tanto su riesgo anestésico es ASA I.
Cuando decidimos tener un perro o un gato no siempre pensamos que en algún momento habrá que sedarle o anestesiarle y sin embargo es una actuación mucho más rutinaria y frecuente de lo que imaginamos.
El desconocimiento sobre este proceso nos hace rechazarlo sin más y sin querer podemos estar poniendo más en peligro a nuestra mascota de lo que una anestesia puede suponer.
Hoy en día, tanto los protocolos como los fármacos usados para las sedaciones o anestesias son prácticamente los mismos que en medicina humana, combinándose entre ellos para poder usar menos dosis y beneficiarnos de los efectos de cada uno de ellos.
¿Por qué tienen que sedar a mi mascota?
Una de las causas más frecuentes de sedación es una exploración ótica profunda. A menudo, el poder ver el conducto auditivo externo es su totalidad y la evaluación de la membrana timpánica, supone un estrés y molestia al perro que implica tener que sujetarlo firmemente. Si durante el proceso se mueve, el traumatismo que puede provocarle el cono del otoscopio en el oído es más peligroso que la misma sedación.
Otra situación frecuente es para la cura y sutura de determinadas heridas. Sin lugar a duda, aun con anestesia local, que no es para nada inocua, puede moverse durante la reconstrucción y suponer más riesgo que librarle de ese estrés con un poco de anestesia.
Otro caso que requiere dormir al perro es para realizar determinados exámenes radiográficos. Dado que en medicina humana son escasas esas situaciones, muchas veces cuesta que los propietarios comprendan que para un correcto posicionamiento y, por lo tanto, diagnóstico, haya que administrar sedantes a la mascota.
En el caso de los gatos, es aún más frecuente el uso de estos fármacos ya que muchos de ellos, ya sea por miedo o por agresividad, resulta prácticamente imposible poder realizar una correcta exploración y diagnóstico de la patología que le lleva a la clínica.
¿Y cuando son viejitos?Cuando un perro es joven, el aceptar que hay que anestesiarlo es quizás más llevadero dado que damos por hecho que su cuerpo está más preparado para ello, pero a medida que van haciéndose viejitos, el tomar esa decisión se nos hace más cuesta arriba por miedo a que no sean capaces de eliminarla.
Lo primero que hacemos los veterinarios es asegurarnos que los órganos funcionan correctamente y que el riesgo anestésico es mínimo. A menudo nos encontramos con que las analíticas y electros de animales geriátricos están perfectas y por lo tanto su riesgo anestésico es ASA I, lo que significa que puede asumir la anestesia con igual seguridad que un animal más joven sin enfermedades.
Si durante las pruebas prequirúrgicas descubrimos alguna alteración, podemos anticiparnos al problema y se valora si es mejor posponer la intervención hasta que ese problema este controlado o si, por lo contrario, es más importante operar por el riesgo que supone la patología quirúrgica para la vida del paciente, en cuyo caso se adapta el protocolo anestésico a las nuevas circunstancias de este.
Por desgracia, al igual que ocurre en medicina humana, no todas las alteraciones orgánicas salen reflejadas en las pruebas prequirúrgicas y podemos encontrarnos con complicaciones durante la intervención como, por ejemplo, por reacción a algún fármaco que se desconocía previamente.
Por este motivo, tanto en medicina humana como animal, se firma un consentimiento anestésico en el que se informa de los posibles riesgos.
En medicina no podemos nunca asegurar que todo está controlado, ya que la naturaleza puede reaccionar de manera inesperada. Lo que si podemos investigar es que el equipo y el centro en el que se van a realizar las pruebas e intervenciones estén perfectamente preparados ya que, si surge cualquier complicación, tengan todo lo necesario disponible y los conocimientos para poder sacar adelante al paciente y minimizar prácticamente a 0 los riesgos de las mismas.